lunes, 14 de marzo de 2016

CALEIDOSCOPIOS: Superar un despido y convertirlo en oportunidad

El despido


Quienes hemos vivido la experiencia de ser despedidos  de una empresa, sentimos, que el mundo se nos termina. Es una situación tan dramática para nosotros que  casi se puede comparar con una tragedia griega  y hasta nos sentimos personajes de una de las obras de Esquilo, Sófocles o Eurípides. Sentimos que estamos acabados, que todo termino para nosotros. Que nuestros compañeros de trabajo (ahora  ex- compañeros)  nos miran con lástima, desprecio y hasta respiran aliviados por no ser ellos los  nominados a dejar la empresa. El aspecto emocional y psicológico en nosotros es brutal y sentimos que no nos podremos levantar fácilmente.


Dejemos  de lado si  el despido fue  justo o injusto. De   todas las reacciones que nos pueden pasar, la más caótica de todas es la de tratar de respondernos: y  ahora, ¿Qué voy a hacer?  Si ya no  voy a trabajar aquí, haciendo lo que mejor sé hacer... ¿Podré hacer esto mismo en otro lado? ¿La volveré a hacer en otro lado? ¿Podré salir adelante con todas mis preocupaciones, situaciones, problemas financieros y demás situaciones que en mi diario vivir me acontecen? Algunos vivimos esto y otros no, pero a todos nos pasa esto aunque sea brevemente.

Hay que reconocer, que entramos en una depresión  de la que no sabes si saldremos o no, porque ni siquiera pensamos en eso. “déjenme que estoy llorando” es una frase que podría explicar esta situación.

Ciertamente hay un duelo intenso según el tiempo de estar en esa organización. El nivel de tristeza, enojo, coraje, confusión y miedo depende  de esta realidad.  Para algunos, ese trabajo era parte de nuestra vida (o nuestra vida misma) nos concebíamos como miembros vitales e importantes de la organización. Inferioridad, fracaso y vergüenza son tres  sentimientos que empiezas a conocer. Y lamentablemente algunos no salen de esta ni con terapia. Su vida es una continua  añoranza: en su discursos suelen haber frases como estas:   “Cuando yo hacia”…  “Cuando yo estaba”… “Cuando yo era”… “Cuando podían”…cuando uno habla con ellos en su discurso, siguen perteneciendo a la empresa. Cuidado con esto.



Y ahora ¿Qué hacer?

Una vez que ya se ha finiquitado la situación laboral, que ya se vió  lo que por ley te corresponde y  se cerró la relación laboral,  lo más sano es tomarse un tiempo para meditar la nueva situación. Asumir la nueva realidad. Compartirla con los seres queridos,  salir de viaje o hasta tomarse un descanso, a lo mejor inmerecido, pero necesario. Darnos  tiempo de romper  con esta  realidad, vivir el duelo y pensar, con serenidad y  la cabeza bien fría lo que toca hacer.



 En este tiempo podemos pensar  sobre los “porqués” de nuestro despido, pero sin azotarnos ni flagelarnos; tratar de ubicar las razones y aprender de ello. Ayuda mucho discernir y respondernos ¿Qué hicimos mal y qué hicimos bien? Esto nos ayudará a usarlo a nuestro favor en nuestro próximo empleo.


A reconstruirnos

Ante esta nueva realidad, implica nuevas formas de vivir y de llevar la vida. Hay que cuidar la economía, reducir gastos, disciplinarse, pagar deudas, dejar ciertos lujos, vender algunas cosas, y usar otras; e incluso es tiempo para deshacerse de otras más. Incluidos  viejas relaciones, objetos personales, relaciones malsanas, entre otras. Y empezar a ver las ventajas de esta nueva realidad: ahora puedes ver un atardecer, no que antes, por estar encerrado en la oficina ni te percatabas de ello; tienes más espacios de convivencia con personas que aunque cercanas a ti, por tu estilo de vida anterior no podías  tenerlos.

Y descubres nuevas formas de ganarte la vida que pueden o no ser a fines a la que antes realizabas. Lo importante es estar abierto y esperanzado a que recuperarás  lo que tenías y hasta más, que no necesariamente es en lo económico.

Al reconstruirnos, también es necesario empezar a retomar el espíritu de gratuidad. A lo mejor fue muy doloroso y no fueron las maneras para despedirnos, pero no se puede andar por la vida cargando rencores, sentimientos de venganza y repudio a la empresa y a sus miembros. El tiempo que estuvimos ahí, apostaron por nosotros y nos dieron la oportunidad de desempeñarnos con ellos. Y eso es motivo de agradecimiento.

Esta apuesta por nosotros, nos permitió experimentar logros personales, profesionales, familiares y demás, que nos permitió crear un curriculum que podemos  o no usar en un  futuro empleo u proyecto personal. Es tiempo de confiar y esperar. Tiempo de creer  que lo mejor está por venir y en el futuro hay algo bueno para mí.


Quien escribe esto, ha pasado por todas estas situaciones. Creyó que de esta no se levantaría fácilmente. Tantos años en ese lugar le habían dado un status, posición social, sentido de pertenecía, seguridad económica y financiera que le permitía solventar los compromisos económicos y familiares,  y ahora ya no lo tenía.  ¿Qué hacer entonces? ¿Llorar acaso?

 ¡Pero si yo solo lloro de gratitud!

Y hoy puedo decir  que todo lo  aquí escrito me ha pasado. ¡Y a ti te pasará igual y  te irá mejor que a mí!

Y hoy como otras personas más que han pasado y salido de esto, puedo decir:

¡Un despido si puede ser una gran oportunidad!






Superar un despido y convertirlo en oportunidad

                                                                                                   Dedicado quienes han sido  despedido
 El despido


Quienes hemos vivido la experiencia de ser despedidos  de una empresa, sentimos, que el mundo se nos termina. Es una situación tan dramática para nosotros que  casi se puede comparar con una tragedia griega  y hasta nos sentimos personajes de una de las obras de Esquilo, Sófocles o Eurípides. Sentimos que estamos acabados, que todo termino para nosotros. Que nuestros compañeros de trabajo (ahora  ex- compañeros)  nos miran con lástima, desprecio y hasta respiran aliviados por no ser ellos los  nominados a dejar la empresa. El aspecto emocional y psicológico en nosotros es brutal y sentimos que no nos podremos levantar fácilmente.


Dejemos  de lado si  el despido fue  justo o injusto. De   todas las reacciones que nos pueden pasar, la más caótica de todas es la de tratar de respondernos: y  ahora, ¿Que voy a hacer?  Si ya no  voy a trabajar aquí, haciendo lo que mejor se hacer... ¿Podré hacer esto mismo en otro lado? ¿La volveré a hacer en otro lado? ¿Podré salir adelante con todas mis preocupaciones, situaciones, problemas financieros y demás situaciones que en mi diario vivir me acontecen? Algunos vivimos esto y otros no, pero a todos nos pasa esto aunque sea brevemente.

Hay que reconocer, que entramos en una depresión  de la que no sabes si saldremos o no, porque ni siquiera pensamos en eso. “déjenme que estoy llorando” es una frase que podría explicar esta situación.

Ciertamente hay un duelo intenso según el tiempo de estar en esa organización. El nivel de tristeza, enojo, coraje, confusión y miedo depende  de esta realidad.  Para algunos, ese trabajo era parte de nuestra vida (o nuestra vida misma) nos concebíamos como miembros vitales e importantes de la organización. Inferioridad, fracaso y vergüenza son tres  sentimientos que empiezas a conocer. Y lamentablemente algunos no salen de esta ni con terapia. Su vida es una continua  añoranza: en su discursos suelen haber frases como estas:   “Cuando yo hacia”…  “Cuando yo estaba”… “Cuando yo era”… “Cuando podían”…cuando uno habla con ellos en su discurso, siguen perteneciendo a la empresa. Cuidado con esto.



Y ahora ¿Qué hacer?

Una vez que ya se ha finiquitado la situación laboral, que ya se vió  lo que por ley te corresponde y  se cerró la relación laboral,  lo más sano es tomarse un tiempo para meditar la nueva situación. Asumir la nueva realidad. Compartirla con los seres queridos,  salir de viaje o hasta tomarse un descanso, a lo mejor inmerecido, pero necesario. Darnos  tiempo de romper  con esta  realidad, vivir el duelo y pensar, con serenidad y  la cabeza bien fría lo que toca hacer.



 En este tiempo podemos pensar  sobre los “porqués” de nuestro despido, pero sin azotarnos ni flagelarnos; tratar de ubicar las razones y aprender de ello. Ayuda mucho discernir y respondernos ¿Qué hicimos mal y qué hicimos bien? Esto nos ayudará a usarlo a nuestro favor en nuestro próximo empleo.


A reconstruirnos

Ante esta nueva realidad, implica nuevas formas de vivir y de llevar la vida. Hay que cuidar la economía, reducir gastos, disciplinarse, pagar deudas, dejar ciertos lujos, vender algunas cosas, y usar otras; e incluso es tiempo para deshacerse de otras más. Incluidos  viejas relaciones, objetos personales, relaciones malsanas, entre otras. Y empezar a ver las ventajas de esta nueva realidad: ahora puedes ver un atardecer, no que antes, por estar encerrado en la oficina ni te percatabas de ello; tienes más espacios de convivencia con personas que aunque cercanas a ti, por tu estilo de vida anterior no podías  tenerlos.

Y descubres nuevas formas de ganarte la vida que pueden o no ser a fines a la que antes realizabas. Lo importante es estar abierto y esperanzado a que recuperarás  lo que tenías y hasta más, que no necesariamente es en lo económico.

Al reconstruirnos, también es necesario empezar a retomar el espíritu de gratuidad. A lo mejor fue muy doloroso y no fueron las maneras para despedirnos, pero no se puede andar por la vida cargando rencores, sentimientos de venganza y repudio a la empresa y a sus miembros. El tiempo que estuvimos ahí, apostaron por nosotros y nos dieron la oportunidad de desempeñarnos con ellos. Y eso es motivo de agradecimiento.

Esta apuesta por nosotros, nos permitió experimentar logros personales, profesionales, familiares y demás, que nos permitió crear un curriculum que podemos  o no usar en un  futuro empleo u proyecto personal. Es tiempo de confiar y esperar. Tiempo de creer  que lo mejor está por venir y en el futuro hay algo bueno para mí.


Quien escribe esto, ha pasado por todas estas situaciones. Creyó que de esta no se levantaría fácilmente. Tantos años en ese lugar le habían dado un status, posición social, sentido de pertenecía, seguridad económica y financiera que le permitía solventar los compromisos económicos y familiares,  y ahora ya no lo tenía.  ¿Qué hacer entonces? ¿Llorar acaso?

 ¡Pero si yo solo lloro de gratitud!

Y hoy puedo decir  que todo lo  aquí escrito me ha pasado. ¡Y a ti te pasará igual y  te irá mejor que a mí!

Y hoy como otras personas más que han pasado y salido de esto, puedo decir:

¡Un despido si puede ser una gran oportunidad!






    BLOQUE 3 PROYECTO N° 7 “INFORMES DE EXPERIMENTOS” Ámbito: Estudio. Práctica social del lenguaje: Elaborar informes sobre experi...