“YA NO QUIERO SER MAESTRO”
En lo que va del año a la fecha,
muchos compañeros docentes se han acercado para confiarme casi en secreto que
van a dejar la profesión de docente. No es ni uno ni dos; y no son sólo maestros de secundaria que es donde yo ejerzo.
Sino también docentes universitarios, maestros de preescolar y de primaria. De
escuelas públicas y privadas. Al parecer, es un fenómeno que se está repitiendo
cada vez más en el mundo educativo. En este escrito presento alguna de estas
situaciones que se están presentando en este entorno..
Muchos docentes están dejando las
aulas no necesariamente porque ya perdieron la vocación o porque los ingresos económicos
ya no alcanzan; (que nunca son suficientes) o porque están cansados o han
perdido desarrollo personal y profesional que se pone en juego todos los días
con los alumnos, sino que, al parecer,
el motivo principal son los alumnos.
Los que llevamos tiempo
trabajando en el mundo de la docencia, estamos acostumbrados a tener diferentes
y variadas personalidades en los grupos: tenemos los alumnos dedicados y estudiosos, a los que nos da gozo acompañar
y servir. Tenemos aquellos que son latosos, o que generan bastante desorden que
en esencia lo que están buscando es llamar la atención de algún modo y están los que van a la escuela y no sabemos
a qué… porque en esencia, hacen todo menos trabajar y estudiar; que solamente
van porque no han de tener otro espacio y ven la Escuela como el lugar donde
hay alguien con quien estar. Los docentes, estamos acostumbrados a ese tipo de
alumnos, de todas los formas y formatos.
Pero, algo pasó después de la Pandemia.
Citando los antiguos maestros puedo decir que “los alumnos ya no son lo que
eran antes”; No con esto estoy hablando con nostalgia o pensando que todo
pasado fue mejor, sino que algo (algo pasado cambio el paradigma)pasó en los
jóvenes que resulta cada vez más complejo acompañarlos.
Muchos alumnos se acostumbraron a estar solos, encerrados en
su espacio y en sí mismos. Y al egresar
a las aulas donde ya no están solos y están todo el tiempo en interacción con
otros, ha generado en ellos ansiedad y estrés. Les cuesta mucho trabajar en
equipo, hacer actividades y sobre todo, creer que lo que el maestro les está
ofreciendo es bueno para bien o para mal. El estar en constante conexión con las
tecnologías y aplicaciones como YouTube, Instagram y otras que les dan acceso inmediato a conocimiento poco profundizado, porque solamente son pequeños vídeos
de menos de 5 minutos, les ha dado una especie de soberbia intelectual. Es
decir, el alumno cree que, con lo que vio en el vídeo sabe y eso es suficiente y
que no necesita más aprender sobre un tema, Lo que hace que en un proceso
didáctico que lleva secuencias, momentos, procesos, herramientas didácticas, elementos de evaluación es un proceso más lento y tardado pero, que nos permite ver o
garantizar que se dio un aprendizaje. El alumno entra en crisis, en shock, no quiere vivir el proceso de aprendizaje porque él está más acostumbrado a la
inmediatez.
Estas situaciones están contribuyendo a que los docentes empiezan a mirar hacia otros espacios de desarrollo. A muchos todavía nos mueve la vocación el servicio y sobre todo el creer que estamos transformando una sociedad que será la que no sustituya en la próxima generación. Pero ante estos universos tan adversos, muchos compañeros maestros están cambiando de profesión e incluso están innovando en oficios. Algunos creen que esta realidad no va a cambiar y que nosotros ya no nos podemos adaptar a ella. Creemos que lo mejor es migrar de profesión o en todo caso, volver a los inicios, O si es posible, adelantar nuestra jubilación y emprender un negocio o seguir un viejo sueño porque ante una realidad como esta, en la que los alumnos van a la escuela a muchas cosas, pero ninguna de ellas es el aprender y estudiar, los docentes cuyo principal trabajo es enseñar y formar, estamos en crisis.
Además de toda la carga administrativa
que el docente tiene que cubrir o las nuevas áreas o habilidades que tiene que
desarrollar: cómo atender los problemas psicosociales de los alumnos, los
problemas emocionales que surgieron de la pandemia o incluso estar en
información de activo ante las conductas de riesgo que también es bronca del
maestro si es que llegara a pasar alguna situación sobre este tipo en su aula o
en el tiempo que está con ellos.
Hoy más que nunca todo está
adverso los docentes. Ya hemos resistido a estos embates durante muchos tiempo; cada que hay un cambio de gobierno o surge una nueva reforma educativa pero
esta crisis es más grande. No tiene que ver con instituciones sino con procesos
sociales a los que los docentes cada vez más estamos rebasados por la realidad.
Se necesita pues una
contracultura. es decir que familias, padres, instituciones, servidores públicos
enfrentemos este fenómeno de la mejor manera. Educando con el ejemplo, pero sobre
todo, también reconociendo que las cosas ya no pueden ser como antes, pero que también "lo de antes", es bueno, válido y vigente en estos tiempos y no se debe
desechar o tirar por algo que no tiene sentido o que todavía no tien,e forma ni
rumbo. Necesitamos hacer un ejercicio entre todos y todas para lograr que
este cambio generacional y esta dinámica de desinterés y poco entusiasmo desaparezca pronto de nuestras aulas con nuestros alumnos y sobre todo, nos ayude a
transformar esta realidad. Ahora son los docentes los que la están sufriendo, pero también serán otros
servidores públicos que están migrando porque donde están sirviendo ya no les
simboliza, o perdieron el sentido vocacional. Estamos a tiempo todavía de hacer
estos cambios, pero también se necesita voluntad.
Habrá que ver…
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