jueves, 20 de junio de 2024

¡YA NO QUIERO SER MAESTRO!

 

“YA NO QUIERO SER MAESTRO”

 

En lo que va del año a la fecha, muchos compañeros docentes se han acercado para confiarme casi en secreto que van a dejar la profesión de docente. No es ni uno ni dos; y no son sólo  maestros de secundaria que es donde yo ejerzo. Sino también docentes universitarios,  maestros de preescolar y de primaria. De escuelas públicas y privadas. Al parecer, es un fenómeno que se está repitiendo cada vez más en el mundo educativo. En este escrito presento alguna de estas situaciones que se están presentando en  este entorno..

Muchos docentes están dejando las aulas no necesariamente porque ya perdieron  la vocación o porque los ingresos económicos ya no alcanzan; (que nunca son suficientes) o porque están cansados o han perdido desarrollo personal y profesional que se pone en juego todos los días con los alumnos, sino que,  al parecer, el motivo principal son  los alumnos.

Los que llevamos tiempo trabajando en el mundo de la docencia, estamos acostumbrados a tener diferentes y variadas personalidades en los grupos: tenemos los alumnos dedicados  y estudiosos, a los que nos da gozo acompañar y servir. Tenemos aquellos que son latosos, o que generan bastante desorden que en esencia lo que están buscando es llamar la atención de algún modo  y están los que van a la escuela y no sabemos a qué… porque en esencia, hacen todo menos trabajar y estudiar;  que solamente van porque no han de tener otro espacio y ven la Escuela como el lugar  donde hay alguien con quien estar. Los docentes, estamos acostumbrados a ese tipo de alumnos, de todas los formas y formatos.

Pero, algo pasó después de la Pandemia. Citando los antiguos maestros puedo decir que “los alumnos ya no son lo que eran antes”; No con esto estoy hablando con nostalgia o pensando que todo pasado fue mejor, sino que algo (algo pasado cambio el paradigma)pasó en los jóvenes que resulta cada vez más complejo acompañarlos.

Muchos alumnos  se acostumbraron a estar solos, encerrados en su espacio y en sí mismos. Y  al egresar a las aulas donde ya no están solos y están todo el tiempo en interacción con otros, ha generado en ellos ansiedad y estrés. Les cuesta mucho trabajar en equipo, hacer  actividades y sobre todo, creer que lo que el maestro les está ofreciendo es bueno para bien o para mal. El estar en constante conexión con las tecnologías y aplicaciones como YouTube, Instagram y otras que les dan acceso inmediato a conocimiento poco profundizado, porque solamente son pequeños vídeos de menos de 5 minutos,  les ha dado una especie de soberbia intelectual. Es decir, el alumno cree que, con lo que vio en el vídeo sabe y eso es suficiente y que no necesita más aprender sobre un tema,  Lo que hace que en un proceso didáctico que lleva secuencias, momentos, procesos, herramientas didácticas, elementos de evaluación es un proceso más lento y tardado  pero, que nos permite ver o garantizar que se dio un aprendizaje. El  alumno entra en crisis, en shock,  no quiere vivir el proceso de aprendizaje porque él está más acostumbrado a la inmediatez.

 Ciertamente a los docentes nos falta mucho para estar en esas realidades. No  sabemos de los elementos para hacer un video en YouTube o Instagram. No tenemos el equipo para realizarlo.  Nos falta saber  y usar los tiempos de la tecnología crear lenguajes, así como también procesos de edición y de imagen lo que hace que, aunque quisiéramos adaptarnos o adentrarnos a esta situación nos costaría tiempo esfuerzo dedicación. No que no lo podamos hacer, sino que estamos rebasados por la realidad.  Algunos maestros lo han hecho con mucho éxito y otros, estamos empezando, pero eso no garantiza que el aprendizaje que estamos dando

Estas situaciones  están contribuyendo a que los docentes empiezan a mirar hacia otros espacios de desarrollo. A muchos todavía  nos mueve la vocación el servicio y sobre todo el creer que estamos transformando una sociedad que será la que no sustituya en la próxima generación. Pero ante estos universos tan adversos, muchos compañeros maestros están cambiando de profesión e incluso están innovando en oficios. Algunos  creen que  esta realidad no va a cambiar y que nosotros ya no nos podemos adaptar a ella. Creemos que lo mejor es migrar de profesión o en todo caso, volver a los inicios, O si es posible, adelantar nuestra jubilación y emprender un negocio o seguir un viejo sueño porque ante una realidad como esta, en la que los alumnos van a la escuela a muchas cosas, pero ninguna de ellas es el aprender y estudiar, los docentes cuyo  principal trabajo es enseñar y formar, estamos  en crisis. 

Además de toda la carga administrativa que el docente tiene que cubrir o las nuevas áreas o habilidades que tiene que desarrollar:  cómo atender los problemas psicosociales de los alumnos, los problemas emocionales que surgieron de la pandemia o incluso estar en información de activo ante las conductas de riesgo que también es bronca del maestro si es que llegara a pasar alguna situación sobre este tipo en su aula o en el tiempo que está con ellos.

 Hoy más que nunca todo está adverso los docentes.  Ya  hemos resistido a estos embates durante muchos tiempo;  cada que hay un cambio de gobierno o surge una nueva reforma educativa pero esta crisis es más grande. No tiene que ver con instituciones sino con procesos sociales a los que los docentes cada vez más estamos rebasados por la realidad.

Se necesita pues una contracultura.  es decir que familias, padres, instituciones, servidores públicos enfrentemos este fenómeno de la mejor manera. Educando con el ejemplo, pero sobre todo, también reconociendo que las cosas ya no pueden ser como antes, pero que también "lo de antes",  es bueno, válido y vigente en estos tiempos y no se debe desechar o tirar por algo que no tiene sentido o que todavía no tien,e forma ni rumbo. Necesitamos  hacer un ejercicio entre todos y todas  para lograr que este cambio generacional y esta dinámica de desinterés  y poco entusiasmo desaparezca  pronto  de  nuestras aulas con nuestros alumnos y sobre todo, nos ayude a transformar esta realidad. Ahora  son los docentes los que la están sufriendo, pero también serán otros servidores públicos que están migrando porque donde están sirviendo ya no les simboliza, o perdieron el sentido vocacional. Estamos a tiempo todavía de hacer estos cambios, pero también se necesita voluntad.

Habrá que ver…

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