¡Un saludo para todos!
Uno de los grandes conflictos que vivimos en casi todos los espacios sociales de la vida diaria es el que a la gran mayoría de las personas nos cuesta muchísimo hacer caso. Nos nos gusta que nos manden; no nos gusta obedecer; no nos gusta que nos digan en que momento o cuando hacer tal o cual situación. Y no es que seamos soberbios, o que nos disguste que nos digan como hacer tal o cual proceso o situación. Simple y llanamente: no nos gusta hacer caso.
Y ejemplos de esto hay en todos lados: madres y padres a los que sus hijos no les hacen caso; hijos que sienten que sus padres "no los pelan", ni les hacen caso.Jefes que se quejan que sus empleados no les hacen caso. Empleados que se molestan porque sus patrones no hacen casos a sus sugerencias o sus necesidades. Y así andamos por la vida, sin prestar atención y hacer caso.
Tal parece que el hacer caso es más un juego de poderes que un medio para una convivencia sana. ¿Cómo le voy a hacer caso a esta persona que es inferior a mi en muchas áreas de la vida? ¿Quién se cree para decirme cómo lo debo de hacer? ¿De verdad, será posible como él o ella me lo dice? ¿Por qué lo voy a hacer como los demás? Son algunas de las preguntas que en algún momento nos hemos hecho ante una acción que se me solicita.
Yo no soy ajeno a esta realidad. A mi también es de lo que más me cuesta. Reflexionando en esto desde mi propia experiencia, descubro que a veces no hago caso porque muy probablemente tengo un complejo de superioridad y aveces hasta soberbia. Ahora descubro que esto me ha traído varios problemas que me pude haber evitado si hubiera cedido un poco; es decir, si hubiera escuchado la petición de aquel que me pide o me solicita algo. Descubro también que a veces, no es tan malo hacer las cosas como se me indican; que incluso me quita estrés cuando sigo las indicaciones que el otro me da. Me ayuda a crecer y hacer, a salir de tal o cual situación con mayor facilidad.
No es mi intención en este pequeño texto decirles como salir de esto que cotidianamente nos pasa . Solo comparto que ante esta situación a veces ayuda maá y es mejor si hacer caso. "Quien obedece, no se equivoca" dice un viejo refrán que creo, ayudaría a empezar a generar en nosotros procesos de cambio.
Pero lo que si creo, es que hacer caso es un buen hábito que se aprende y se debe desarrollar. Aprender a ceder un poco, "a ponerse en los zapatos del otro" a escuchar y a dejarse acompañar. A ver lo que se me solicita como una acción que incluso me libera de la responsabilidad de tomar cierta postura o actuar de determinada forma. Implica aprender a tener confianza y darle al otro la oportunidad de desarrollar su autoestima, al saber y creer que lo que me dice o se me pide es una aporte para mi propia vida y que me puede ayudar. Incluso me puede abrir nuevas oportunidades de desarrollo cuando los demás descubren que, como cualidad cuento con la capacidad de hacer caso, de dejarnos guiar. Hasta resulta ventajoso profesionalmente hablando.
Así que, vayamos pues intentando hacer caso a lo que el otro me pide. Claro, siempre cuidando, que lo que se nos solicita no daña nuestra, dignidad ni nuestra integridad.
Por esto, es bueno hacer caso.
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